TOUBKAL
“Encuentro de Meditación y Contacto”
12, 13 y 14 de mayo de 2017
“PRIMER CONTACTO CON ÁFRICA Y CAMINO DE LA UNIDAD NORTE Y SUR”
Hace unos meses no nos podíamos imaginar el alcance que podría tener en nuestras vidas un viaje que realizamos allá por el mes de noviembre de 2015. Habíamos ido a visitar la montaña del Torcal de Antequera, en Málaga (España), a conectar in situ con el lugar, pues para los días 18, 19 y 20 de marzo de 2016 teníamos una invitación de Azuel, Regente de la Ciudad Intraterrena de Monte Perdido, para conectar este mágico enclave con Monte Perdido y así, ampliar la red de luz que en tercera dimensión andamos formando bajo indicaciones de los Seres de las Estrellas y los Maestros Intraterrenos de la Gran Hermandad Blanca.
Los Maestros Intraterrenos de Monte Perdido están utilizando la energía de estos lugares de poder que vamos enlazando energéticamente para desde ellos irradiar un pensamiento, sembrando un sentimiento de paz y unidad en los corazones de toda la humanidad.
Fue en el Torcal de Antequera que recibimos noticias sobre un nuevo viaje, esta vez a África.
“...Como se le ha mostrado, Torcal tiene un gemelo al norte de África, ya en territorio marroquí. Ambos lugares tienden puente de luz desde Europa a África.
El Mediterráneo, punto de encuentro de tantas y tantas culturas a lo largo de milenios volverá a tener un papel importante en el resurgir de los lazos de amor entre Europa y África.
España, en cabeza de ese cambio europeo tenderá un lazo de luz, paz y amor a África. Ahí comenzará a unirse Norte y Sur.
Siempre con ustedes, Azuel.”
¡Sorpresa!... ¿África? ¿Marruecos? Ufff...
Después de recibir tamaño encargo, evidentemente tuvimos que corroborar la información recibida, así como el lugar donde deberíamos hacer este nuevo anclaje.
Una vez completado el proceso y corroborada la información a través de diferentes canales, abrimos el llamado a participar de este nuevo encuentro. Pronto comenzaron a interesarse varias personas y así, fue formándose el grupo de contacto que iríamos hasta Marruecos a realizar el trabajo solicitado.
Buscar sitio donde alojarnos, transporte hasta Imlil -la población más cercana al Toubkal- pasaportes y otros papeleos, nos llevó algo de tiempo. No era fácil para nosotros ir a un lugar desconocido, con una cultura desconocida y con un idioma diferente al nuestro. Además, lo único que teníamos era la confianza de que en todo momento íbamos a estar cuidados y guiados por nuestros amigos de las estrellas.
A primera hora de la mañana del día 12 de mayo cogíamos un vuelo desde Barcelona a Marrakech. Íbamos en este vuelo siete de los componentes del grupo. Tres chicas habían partido hacia Imlil unos días antes para aprovechar el viaje y visitar Marrakech. Era una buena oportunidad.
Cruzábamos el Mediterráneo hacia tierras africanas. Toda una experiencia que jamás olvidaré. Mi primer vuelo intercontinental. ¿Quién me lo iba a decir?
Al llegar al Aeropuerto de Marrakech tuvimos nuestra primera experiencia. En la misma salida del edificio nos estaban esperando unos taxistas, por cierto, muy amables, que recogieron nuestro equipaje cargándolo en los vehículos. Subimos a los taxis y comenzó nuestra estancia en tierras de Marruecos.
Mientras cruzábamos la ciudad entre tanto tráfico vimos una nueva forma de conducir. Esto sólo lo ve uno en los documentales. Cada cual circulaba por donde quería, sin stops, sin semáforos... Casi parecía una película cómica acelerada.
La primera reacción fue casi instintiva. Encomendarnos a la divinidad para que todo el viaje hasta el hotel fuera sin contratiempos. Pero algo comenzó a cambiarnos y comenzamos a sentirnos tranquilos ante aquella circunstancia. No sé si fue la energía de nuestros cuidadores o si fue la energía del lugar, pero el viaje comenzó a ser placentero en nuestro interior. Sin miedos.
Ya una vez llegados al hotel en Imlil, los empleados se apresuraron a recibirnos y sin tiempo de instalarnos, nos ofrecieron una infusión bien calentita pero a la vez refrescante. Fue nuestra primera incursión en la vida de aquellas gentes, tan amables...
Nos reuníamos en el hotel los diez participantes de este viaje de contacto. Un contacto muy especial que viviríamos esos días en el Toubkal.
Esa misma tarde paseando por la localidad descubrimos un lugar, apartado y discreto, donde más tarde haríamos nuestro primer ejercicio de conexión con la energía de aquellas montañas. Dos árboles frondosos, de gran porte y tronco gigantesco guardaban aquel lugar como dos verdaderos guardianes o maestros.
Fue en este mismo lugar, a las afueras del pueblo de Imlil, donde recibí una primera comunicación e indicaciones para un trabajo a realizar el día siguiente:
“...Los Antiguos Guardianes del Atlas nos daban la bienvenida.
...Me comentaron que las ocho mujeres que formaban parte del grupo habían sido Lemurianas y que con ellas habríamos de hacer un trabajo.
...También que en los tiempos finales de la Atlántida, el pico del Toubkal (actualmente 4.167 msnm) se hundió en el mar (era lo único que existía del Atlas) a causa de movimientos tectónicos. Esto propició, por presión, que la cordillera del Atlas surgiera de debajo del mar. (Al ascender al Toubkal nos encontramos que toda la montaña y alrededores están formados por un conglomerado de fósiles marinos. También abunda la malaquita).
...Se comunica que en tiempos atlantes, desde la montaña del Toubkal se podía llegar hasta la Atlántida, a través de túneles físicos y que éstos, al hundirse el lugar, quedaron enterrados bajo los niveles actuales y la base de la montaña.
...Se nos solicita hacer un trabajo al día siguiente (13/05) con las mujeres Lemurianas, las 8 que allí se habían reunido. Formando una estrella de 8 puntas, mirando hacia las 8 direcciones cardinales (N, S, E, W, etc) debíamos formular una especie de decreto para abrir de nuevo a nivel energético dichas entradas.”
Tras la conexión, cena de grupo. Los bereberes, habitantes de la cordillera del Atlas, tienen una cocina tradicional muy exquisita y nueva para los paladares del occidental, que por supuesto disfrutamos entre buena compañía. El día había sido largo e intenso y tras la cena nos fuimos a descansar. Aún quedaba tiempo para vivir la experiencia.
A la mañana siguiente, tras el desayuno, nos adentramos en el valle de Imlil en dirección al Toubkal. Nunca habíamos estado allí y sólo disponíamos de imágenes de Google de la zona. Preguntando a los habitantes del lugar, encontramos el camino que se dirigía al interior del valle y nos pusimos en marcha.
El valle de Imlil está recorrido por el río del mismo nombre. Abundantes aguas cristalinas recorren todo el valle, nutriendo de vida la ribera del río, así como las vertientes adyacentes del valle.
En nuestra ascensión pudimos apreciar como el agua es tan importante para estos pueblos bereberes. Una tierra despoblada prácticamente de vegetación, salvo las orillas del río, aprovechadas para cultivos principalmente de nogales y cerezos, pero a su vez tan rica en el elemento líquido.
Nos sorprendió como el agua, tan abundante, fluía por todas partes. Durante todo el recorrido que hicimos fuimos bordeando canales de riego, una verdadera ingeniería, como así siempre fue, un pueblo que sabe como aprovechar el agua.
Mientras recorríamos el valle, entre canales y en una pequeña explanada, si hizo una ofrenda a la Madre Tierra. Allí, casi pegados al camino de ascensión nos conectamos, mientras oriundos y extranjeros nos miraban con cierta curiosidad.
Ya era casi mediodía cuando decidimos pararnos a comer algo. Un lugar muy acogedor, a la sombra de nogales, con una comida exquisita y una atención inmejorable. A lo largo de todo el camino de ascensión al Toubkal se hallaban pequeños puestos o construcciones, muy sencillas, donde el viajero podía parar a descansar, tomar algún té o comer. Tras la pausa del camino y ya descansados retomamos el viaje.
Dado que el valle cada vez se hacía más estrecho y ganaba altura, continuamos ascendiendo hasta que alcanzamos la última población, Aroumd, y buscamos un lugar cerca del río para poder seguir con los trabajos que nos habían encomendado.
Al fondo del valle se veía majestuoso ya el pico Toubkal y un amplio valle se abría desde este lugar hasta las mismas faldas de las montañas, un valle recorrido por el río Imlil que compartía las aguas de los neveros del Atlas con los habitantes del valle.
Ahí nos conectamos con el corazón de Gaia y con las estrellas, formando un pilar de luz, uniendo de este modo, tierra y cielo. Hicimos así mismo una nueva meditación, conectándonos con los Seres de las Estrellas para saber si había nuevas indicaciones.
Entonces recibimos lo siguiente:
“Queridos hermanos y hermanas:
Vemos con orgullo el camino que hasta aquí han recorrido. El compromiso es personal y cada uno de ustedes debe decidir cual es el futuro que desea vivir.
La vida es el espejo que se ha colocado frente a ustedes para recordarles quienes son y desde donde han llegado, cual fue el camino que recorrieron para llegar aquí hoy.
Les amamos como a nosotros mismos.
Cada uno de ustedes forma parte de un multiverso lleno de posibilidades. Algunas de estas posibilidades ya fueron creadas hace mucho tiempo. Ahora los comprometidos llegaron y llegarán para hacer de nuevo un cambio.
A ustedes les parece que día a día su trabajo es mínimo. En su pesar les decimos que esto no es así. No se exijan más de lo que pueden hacer. Hasta grano a grano se puede crear un nuevo mundo.
Permítanse fluir en el tiempo, ahí nos encontraremos.
Con AMOR, Antarel.”
(Mensaje de Diego Cintas)
Después de esta conexión seguimos caminando en dirección al Toubkal. La tarde se nos iba viniendo encima y las horas pasaban rápidamente.
Llegamos a lo que parecía ser un nuevo poblado, cuatro casas junto al camino y al río. Sentí que era allí donde debía hacerse el trabajo que el día anterior había recibido de los Guardianes del Atlas.
Nos dispusimos tal y como nos habían indicado, formando una estrella de ocho puntas, enlazando la energía de la estrella a las ocho direcciones terrestres (N, S, E, W, NE, etc). Y así, las ocho chicas del grupo decretaron de viva voz las palabras clave que nos habían indicado, y los chicos las nuestras, cerrando el decreto. Mientras, visualizábamos que los túneles que partían desde la montaña del Toubkal comenzaban a abrirse energéticamente y cómo salían a nuestro encuentro los guardianes de estos lugares. Sentimos que algo había sucedido pues la energía cambió. No sé muy bien si fue nuestro trabajo o los guardianes del lugar pero allí quedo hecho el trabajo.
A continuación nos dispusimos para hacer una meditación silente. Cada cual de los componentes del grupo se dirigió a donde sintió que debía conectarse con la energía y el silencio del lugar. Silencio que quedó interrumpido por las oraciones provenientes de los minaretes de las mezquitas, pero que ayudó a conectarnos más aún con la energía del lugar.
Durante la meditación silente recibí de nuevo otra comunicación:
“De nuevo habéis vuelto aquí a conectar con vuestro futuro. Los códigos que dejareis en este lugar forman parte de vuestro pasado.
Al igual que una espiral, nos movemos por este nuevo tiempo, balanceándonos entre pasado y futuro crearemos juntos un nuevo presente, presente que servirá para volver de nuevo al pasado-futuro.
Recoged las instrucciones hoy para trabajar con ellas y sembradlas mañana durante el trabajo de irradiación planetaria.
Lo que fue-será un nuevo mundo donde la fuerza del corazón os hermanará en una nueva etapa.
Compartimos tiempo, no espacio y cada uno, desde el centro de su ser será activador de los cambios que entre todos, ustedes y nosotros, deseamos por el bien de la humanidad.
Mañana volverá a lucir el sol. Una luz que brillará sobre el horizonte alumbrará ya el camino de vuelta a casa.
Con AMOR, Ivika.”
(Mensaje de Diego Cintas)
Tras la meditación silente compartimos lo sucedido allí y a lo largo del día. Y retomamos de nuevo el camino hacia Imlil, pero aún faltaba algo por hacer esa misma tarde.
Ivika me había mostrado durante su comunicación que debíamos realizar el trabajo de activación de códigos personales a nuestra vuelta. El camino serpenteaba la montaña, una montaña de malaquita y fósiles marinos por doquier. Allí apareció el lugar idóneo para hacer este trabajo.
Colocados todos palmas a la montaña nos conectamos con el lugar. Vimos abrirse los túneles energéticos con los que con anterioridad habíamos trabajado. Los Guardianes del Atlas, Maestros Intraterrenos del Toubkal, salieron a nuestro encuentro y desde el corazón dejamos fluir nuestros códigos personales, los antiguos códigos que habíamos traído para depositar allí.
A la entrega de nuestros códigos, recibimos por parte de los maestros nuevos códigos activados para nuestro camino personal, que nos ayudarán a comprender y a actuar correctamente en nuestro camino como humanos, en este nuestro tiempo, y compartir así esa nueva energía allá donde vayamos.
Realizados ya los trabajos indicados y con el largo día y camino recorrido, tomamos rumbo a Imlil. Era hora de descansar pues al día siguiente nos quedaba todavía, cumplir con el objetivo principal de nuestra visita a Marruecos.
Tras la cena, volvimos a reunirnos de nuevo para conectarnos esta vez con el mundo intraterreno del Toubkal, con aquellos seres que nos recibieron en el trabajo de la tarde y junto a ellos, poder recorrer estos caminos interiores, permitiéndoles nos guiaran allá donde fuera necesario para nuestro desarrollo personal.
Cada cual “viajó” a través de estos túneles acompañado de nuestro guía personal. Cada cual vivió su propia experiencia, una experiencia que más tarde compartiríamos reunidos todos juntos y que nos mostraría las similitudes de lo vivido y visto allí, en el interior de las montañas.
El domingo llegaba y tres de las chicas que formaban el grupo tuvieron que marchar ya hacia España. Después de la despedida nos pusimos en marcha de nuevo hacia el Toubkal.
El día anterior habíamos visto que distintos vehículos llegaban más allá de Aroumd, el lugar donde hicimos algunos de los trabajos a través de una carretera sin asfaltar. La noche anterior hablamos con el personal del hotel donde estábamos alojados y solicitamos un transporte, para evitarnos de nuevo la dura caminata, hasta el punto donde habíamos llegado el sábado. Queríamos poder acercarnos lo máximo al Toubkal. A medio camino de la cima había una especie de “mezquita” que nos llamaba la atención y sentíamos de subir hasta allí.
El personal del hotel nos buscó un transporte para hacer este viaje. Un antiguo Mercedes Benz hizo las veces de taxi y los siete restantes del grupo, junto al conductor, partimos hacia nuestro destino a la hora acordada. El taxista, muy amable, nos llevó hasta el final de la “carretera sin asfaltar”. Una vez allí comenzamos de nuevo a recorrer el camino de ascensión al Toubkal donde lo dejamos el día anterior.
Llegados este punto quisiera remarcar uno de los aspectos de la vida de las gentes (bereberes) que habitan en estas montañas.
Marruecos es un país que está creciendo, tanto económicamente como socialmente. Pero como ocurre en todas partes, las poblaciones más alejadas de las capitales siempre son las últimas en disfrutar de los adelantos y comodidades de la gran ciudad.
En estas tierras nos encontramos que el casi único o mejor medio de transporte es el burro o la mula. Prácticamente no existen carreteras cuando te adentras en la alta montaña y sólo puede hacerse estos caminos andando o utilizando la fuerza de los animales.
El pueblo bereber, o como les gusta llamarse “Hombres Libres”, es un pueblo nómada que se ha ido adaptando al sedentarismo gradualmente. Un pueblo principalmente ganadero que se desplazaba por sus territorios en busca de alimento para sus animales. Es por esto que la utilización de mulas para trasportar alimentos y otras cosas de un lugar a otro se hace tan importante y sin la cual, este pueblo no hubiera podido vivir ahí.
Burros y mulas para todo. El camino desde Imlil hasta el refugio de montaña del Toubkal es un ir y venir continuo de estos animales con sus dueños, quienes te ofrecen poder montar sobre sus lomos y llevarte a cambio de un coste, para recorrer el sendero que sube hasta las montañas.
Imlil es un pueblo que se ha adaptado al turismo de alta montaña. Prácticamente el turismo que llega hasta allí es extranjero y con una intención, hacer cima en el Toubkal, la montaña más alta del Alto Atlas.
Imlil y sus alrededores crece gracias al turismo y al Toubkal, pero también existe en la falda de la montaña un lugar de peregrinación para los musulmanes. Definitivamente un lugar muy especial, de una gran fuerza interior y con una historia aún por descubrir.
Finalizando este paréntesis y retomando el hilo de nuestro viaje...
Comenzamos a ascender, como decía, hacia el Toubkal. Teníamos la idea de que podíamos llegar hasta el centro de peregrinaje y volver, antes de la hora acordada con el taxista para que nos recogiese y llevarnos de nuevo a Imlil. No fue así. Habíamos salido tarde del hotel y el camino era muy largo y costoso.
Mientras subíamos y viendo la hora, ya mediodía, decidimos realizar el trabajo restante a un lado del camino, en una muy pequeña explanada donde justo cabíamos los siete que quedábamos del grupo, y, aunque algo inclinada por la ladera de la montaña, nos acomodamos, y frente a aquellas hermosas montañas hicimos por fin nuestro cometido.
Conectándonos de nuevo con la energía del lugar, con Gaia y las estrellas, comenzamos el trabajo energético de enlazar Toubkal con el Torcal de Antequera (Málaga - España), utilizando como es habitual unas pirámides de luz, para terminar enlazando de nuevo Torcal y Monte Perdido, tal y como se nos había indicado.
La energía del valle se sintió ascender y aprovechando esto realizamos el trabajo de irradiación planetaria, envolviendo al mundo y todos sus habitantes en luz, paz y amor. Sembrando en sus corazones una semilla que germinará para ser una nueva humanidad.
Los trabajos estaban ya terminados y parte del grupo decidió seguir ascendiendo hacia el lugar de peregrinaje. Dos de nosotros, dada la dureza del camino de ascensión, decidimos ir bajando hacia el valle a esperar el taxi que nos venía a recoger.
Durante el camino de ascensión al Toubkal y durante los trabajos sentimos la presencia de los Seres de las Estrellas, quienes nos permitieron poder fotografiarlos en un par de ocasiones. Fue el apoyo continuo de la luz lo que nos facilitó la subida y la caminata bajo el sol a aquellas alturas. Sentimos que estuvieron continuamente dándonos su apoyo y fuerza para subir hasta allí y por eso, les estaremos siempre agradecidos.
Ya de vuelta en el hotel comenzamos a preparar nuestras maletas, pues al día siguiente debíamos de partir de madrugada hacia Marrakech, donde cogeríamos un vuelo de vuelta a España. Cenamos y dedicamos un tiempo a relajarnos viendo las estrellas de aquel cielo africano, pues hasta aquella noche el cielo permaneció cubierto de nubes. Fue un cierre estupendo compartir bajo las estrellas.
A la mañana siguiente, de madrugada, mientras esperábamos los taxis que debían llevarnos hasta el aeropuerto, una luz brillante surcó transversalmente el cielo sobre Imlil. Fue una sorpresa comprobar a nuestra llegada a casa, que aquella luz era el reflejo del Telescopio Espacial Hubble (HST por sus siglas en inglés). Nunca antes lo habíamos visto.
Sin ser una luz proveniente de nuestros amigos de las estrellas, resultó curioso que viéramos aquella luz en aquel preciso instante. Quizás estaba preparado, calculado el momento, para que tuviéramos aquella sorpresa en los cielos de Marruecos. ¿Quién sabe?
No ha sido un viaje más, un trabajo más de tantos que hasta la fecha hemos venido realizando. Toubkal y aquel lugar tiene algo que te conecta. Una fuerza interior que jamás había sentido en ningún otro enclave, salvo en Monte Perdido. Las gentes que habitan este maravilloso lugar fueron muy amables y atentas en todo momento con nosotros, occidentales. Para nada se notó lo que nos muestran en los medios de comunicación. Un pueblo abierto y hospitalario. Siempre con una sonrisa en el rostro y dispuestos a compartir lo que tienen. Todo un ejemplo.
Es por este motivo que sentí por primera vez, comunicar a la dirección del hotel cual había sido el motivo de nuestra visita. No la ascensión del Toubkal, sino enlazar con luz y amor España y Marruecos, Europa y África, Norte y Sur.
Aquellas palabras emocionaron a aquel buen hombre y al resto del grupo. Todos nos sentimos en comunión con aquellas gentes y con el lugar, por eso sentimos que volveremos de nuevo allí, a seguir conectando nuestro interior con la sabiduría guardada desde tiempos inmemoriales en la genética de esa raza bereber y en aquellas antiguas montañas.
Un abrazo de corazón.
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